martes, 29 de diciembre de 2009

Capitulo I



Despertándose en aquella gélida mañana, con un frío que le estremecía los huesos, con la cobija enredada en el cuello y con un extraño morado en la espalda, se levantó lentamente y se miró en el espejo de cuerpo entero que había junto a la cama para comprobar si aun era el mismo.

Observó sus lacios mechones que le llagaban, a forma de tentáculos, hasta el borde de sus pestañas, donde sus ojos se encontraron con los del sujeto aquel en el reflejo, observó atento su mirada, sus parpados caídos, no por el sueño sino porque siempre habían sido así, como de quien mira la lluvia eternamente, detalló la piel de su rostro, igual aun a la de los años inocentes en los que tan feliz pudo haber sido pero invadida ahora por una improvisada barba.

Completamente irreconocible le resultó su propia imagen vista a través de sus recuerdos,

- uhm, buen día- levantó perezosamente su mano para saludarse, una sonrisa entonces se le configuró en el rostro, y vio sus dientes, ligeramente amarillos por tanta ingestión de café, por tanto humo de cigarro.

- hoy te ves mas patético que ayer, y menos que mañana- ávido aficionado de las bromas a si mismo; se rascó la espalda a la altura del morado y solo entonces lo notó, y sin darle una importancia relevante a aquello salió de su habitación.

La mañana, con un radiante sol veraniego que desenvainaba sin piedad sus rayos contra el mundo, se encargo de calentarle el cuerpo y el temperamento, se le hizo eterno el recorrido desde el portal del solar hasta el baño a través del calcinante suelo.

Odiaba esos soleados días, y sobre todo odiaba que su despertador lo traicionase tan a menudo, porque miró la hora y se dio cuenta de que eran las diez menos quince; -¡maldita sea!-; salió a toda prisa del baño sin ni siquiera acabar de cepillarse, no hubo tiempo de bañarse, ni mucho menos de afeitarse, sin embargo si hubo tiempo para hacerse un café, se empezó a vestir mientras hervía en la vieja cocina la olleta con tinto.

Vivía en una casa vieja, que le había salido casi a regalo por pertenecer a una tía suya a la que siempre odió, pero a la que desinteresadamente había atendido en sus últimos días, refiérome aquí a que la había atendido sin ningún interés en lo que a ella le pasase.

Había llegado allí después de irse de casa de sus padres una semana luego de haberse graduado en un ataque de rabia y un absurdo delirio de libertad, no encontró ningún otro lugar donde dirigirse y en realidad no había pensado en eso al hacer las maletas. La vieja era hermana de su madre, a quien nunca habló de nuevo por casarse con el hombre que ella amaba, de ahí el odio mutuo entre sobrino y tía; ella alegaba que él era producto del amor que la había desdichado tanto y el aseguraba que ella siempre había estado al asecho de su padre y que quería dañar su hogar. Pero la soledad y la desesperación pueden mas que ni la sangre; él, no tenia a donde llegar, y ella, no tenia quien la atendiera, así que negociaron la convivencia y la vieja le dejó quedar a cambio de cuidarle en los achaques de su enfermedad, algo de los pulmones que le dio por tantos años de leer el tabaco.

Un día, mientras compartían el desayuno, a la anciana se le atoró un pedazo de salchicha en la traquea, el sobrino al verla, como por instinto reaccionó, la tomó por detrás y le hizo la llamada maniobra de heinrich que habíala aprendido, como casi todo lo que sabía, de un libro; la salchicha salió volando por los aires seguida de un grito, -¡malparido!, casi me mata, tengo el vientre desprendido-, -pero como saberlo, perdone por salvarle la vida-, enfurecido salió ese día al trabajo, refunfuñando de lo desagradecida que era la gente y de cómo era mejor no hacer favores; -la hubiera dejado morir-, estrelló la puerta de la calle y se fue.

Esa noche la vieja lo llamó a la sala, estaba sentada en el sofá viejo, que tenia el inconfundible aroma a ella, al lado en la mesita, un cenicero y dentro, un habano apenas empezado, no fue difícil para el la deducción.

-¿Tanto me regañó esta mañana para venir a ahogarse en la bruma de sus oráculos?-, sintió un placentero desahogo al escupirle aquel regaño a la vieja; ella no se inmutó, le invitó a tomar asiento y le entregó unos papeles que le pidió firmasen, lo hizo de una forma tan autoritaria que él los firmó sin siquiera leerlos y luego se los entrego, la verdad, la anciana le daba miedo, por todo lo que su madre le había contado sobre sus brujerías y sus maldades.

–mas idiota no puede ser, esos papeles pudieron haber sido una autorización para que le sacaran un pulmón y me lo pusieran, ¡lea las cosas antes de firmarlas pelmazo!-, y le tiró los papeles ya firmados en las piernas. Los leyó y se dio cuenta de que eran las escrituras de la casa, traspasadas a su nombre, de inmediato se sintió ruin y desgraciado, no podía digerir aquel acto por parte de una persona que el tanto había despreciado, –no se de que forma puedo agradecerle esto- se conmovió antes de recordar que la odiaba, -es mas, no creo que deba agradecérselo, ni mucho menos recibirlo-, la anciana rió; -dos cosas mijo, la primera, usted ya firmó, esta casa es por ley suya, segundo, ¿a quien más le dejo yo esto de todas formas?, con lo que hizo hoy me dejó ver algo, no que me quiere eso nunca va a pasar, sino su bondad, vi que estaba equivocada en algo, usted no es malo. Es fácil ayudar a alguien, pero es heroico salvar a un enemigo, no sea idiota, usted se merece esta casa-, dicho esto la anciana se levantó y se fue sin esperar respuesta o comentario alguno, nunca le había gustado que la vieran llorar. Esa noche se fueron ambos a dormir sin creerse del todo lo que acababa de ocurrir. Dos días después de aquella charla, su tía murió de un paro respiratorio fulminante.

La casa, recientemente semirestaurada, parecía de tipo colonial en su fachada, pero por dentro era un sofisticado inmueble que ni siquiera seguía una estructura determinada; con el baño en frente de la puerta de entrada, separado por un pasillo con una ventana a cada lado que daban a los cuartos y a la cocina respectivamente, al final de el pasillo se abrían dos caminos, el de la izquierda daba a la cocina y el solar, ambos igual a como los había dejado la anciana; y el derecho hacia la sala y su habitación, remodelados por él hasta donde el dinero le permitió. En muchas ocasiones había entrado a la casa y sorprendido a su tía sentada en la taza del inodoro con la puerta abierta, acostumbrada a la soledad de su vida. – ¡Por dios tía ya no vives sola!-; -no es nada que no vayas a ver cuado a tu esposa se le acabe la juventud, acostúmbrate- le decía ella con una apestosa sonrisa desdentada que casi le asustaba.

A veces se percataba de la soledad en la que se movía y le estremecía pensar en como su tía había podido aguantar tantos años de mísero abandono y se compadecía de ella, -maldita vieja rencorosa, tantos años que se amargó y nos amargó a nosotros por no aprender a perder-. La había llegado a querer, contrario de lo que ella afirmaba, y le hacia falta a veces.

Llevaba ya dos horas de retraso, a pesar que en su trabajo de vendedor de computadores no había horario, hoy tenia una importante reunión en la que tal vez lograse algún ascenso, o un aumento por lo menos. Se puso una camisa de vestir color capuchino, se subió unos pantalones de tonalidad parecida pero más oscura, se puso los únicos mocasines que tenía y que eran de un exótico color miel y finalmente, se amarró una corbata con un nudo improvisado pero no por eso falto de estilo; Se embadurnó el cabello con gel fijador y se baño en loción, se puso el reloj, tomo su cartera y su maleta. Miró de nuevo la hora, -¡hijo de puta!-, no hubo tiempo ya para el café, apagó los fogones, cerró todas las puertas, buscó las llaves de su motoneta y se fue.

lunes, 28 de diciembre de 2009


Principiante en el atrte de todas las artes que es vivir, amigo de la letra y de las sensaciones puras. Inicio una obra que habia iniciado ya pero que ahora retomo con mas paciencia, con mas cariño y con todo el miedo que me permito sentir, pues es la primera vez de este poeta del verso corto como novelista frustrado y espero salga bien (No es exceso de negativismo, es ajuste a la realidad).

MY FIRST BEST SELLER (unico título provisional que se me ha ocurrido) cuenta la vida de un individuo sensible y con dotes especiales que vive sin embargo absorbido por una aturdidora y monotona rutina que le carcome cada vez más el deseo de vivir.
La historia de un joven enfermero de alma, fracasado economico, pues no tuvo el dinero, aunque poseia el talento, para ejercer la medicina y de su frustrante carrera contra el tiempo, elemento que el considera implacable, para acercarse al cumplimiento de su meta.
La vida de una joven huerfana de padres divorciados y aun vivos, que sin embargo poco y nada sben de ella y su proceso de adaptación a la vida despues del colegio en un mundo demasiado libertino para sus conservadores gustos.
Y más historias que vuelan de la mente de este humilde escritor loco, que aparea la realidad con su imaginación y trae concepciones a este mundo.

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